Uruguay todo en imágenes

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por Anita Maria, 4/5/11.

  1. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

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    Recostada sobre uno de los parajes más hermosos del Litoral norte del río Uruguay.

    Salto es la capital del departamento que lleva su mismo nombre.

    Ubicada al noroeste del país charrúa, se encuentra a 498 kilómetros de Montevido.

    Para llegar a este terruño se debe transitar por la ruta 3 desde el Sur o el Norte.

    También se pueden utilizar las rutas 4 y 31 desde el Este.

    Además, desde Argentina se puede acceder a él desde la localidad vecina de Concordia, con la cual se une mediante el puente internacional que forma parte de la represa hidroeléctrica Salto Grande.

    El clima en esta región del país es muy cálido y húmedo en varano, con temperaturas que oscilan en torno a los 20° C y que alcanzan picos de 36° C.

    Salto es un pujante centro turístico, productivo, comercial y ecológico.

    Entre sus principales atractivos se encuentran confortables y bien equipados centros termales estatales y privados, como Arapey, Dayman o el Hotel Spa Horacio Quiroga, que ofrecen espléndidos días de calma y relax a los amantes del turismo salud.

    Importantes hoteles, chalets y conjuntos de bungalows se encuentran en las inmediaciones de las aguas termales, lo cual hace más fácil y frecuente su uso.

    Los más pequeños también pueden divertirse alegremente disfrutando de las propiedades del agua en el complejo recreativo Acuamanía y en el Parque Acuático entre piscinas, toboganes, cascadas gigantes, juegos y diferentes tipos de duchas.

    En la ciudad se pueden realizar bellos paseos por la costanera norte o sur, paseos de compra por la calle Uruguay o bien se puede visitar los importantes museos.

    El Museo del Hombre y la Tecnología y el del teatro Larragaña merecen una visita.

    Salto cuenta con apacibles espacios verdes entre plazas, parques y paseos que ofrecen la fresca sombra de los árboles para guarecer al turista – sobre todo en verano.

    15 kilómetros al norte de la ciudad, se puede visitar la represa hidroeléctrica Salto Grande, a donde es posible acceder para comprender el aprovechamiento del recurso hídrico para producir energía.

    En su paso por el Litoral uruguayo, lo invitamos a conocer Salto, sinónimo de naturaleza termal durante todo el año.


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  10. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

     
  11. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

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    LAS LEYENDAS URBANAS SON FABULAS POPULARES QUE CORREN DE BOCA EN BOCA COMO SI FUERAN CIERTAS



    La aparecida de la ruta 3

    Fuera de esta sumisa anécdota, que referiré a continuación, no existen, que

    yo sepa, otras visiones de la Aparecida o de la Madre de la Ruta 3.

    Sin embargo, he podido comprobar que es tal el sobrecogimiento que invade

    indefectiblemente al ánimo del auditorio cuando se cuenta esta leyenda,

    tanto el miedo y la angustia que sobreviene ante su sola mención, que

    acaso no hay otra tan impactante como ella en todo el catálogo de los

    misterios salteños.

    Ésta me fue referida, casi al azar, en conversaciones privadas con uno de

    los propios involucrados en el hecho.

    Cierta noche muy lluviosa, un camionero que regresaba a Salto por la Ruta 3

    luego de haber dejado en Río Grande un cargamento de naranjas, divisó

    poco antes de llegar a la entrada de Belén, a una mujer que gesticulaba y

    hacía ademanes, presa de notoria ansiedad.

    El camionero, al principio, no sospechó nada en particular, pues para la gente

    de su profesión encontrarse con peregrinos que hacen dedo a la vera del los

    caminos, incluso bajo un diluvio y en medio de la nada, es pan de todos los

    días.

    No obstante, y conforme las luces de los focos del camión fueron

    acercándose al sitio en el que la mujer se hallaba, sus impresiones

    comenzaron a tomar una dirección muy diferente, más aún cuando pudo

    comprobar que algunos cuantos metros más adelante, justo en la naciente

    de una curva, había un auto volcado, con signos de haberse estrellado

    recientemente y que ya comenzaba a encenderse en llamas.

    Al divisar esto, el camionero detuvo violentamente la máquina, y bajó

    precipitadamente a prestar auxilio a la mujer.

    Pudo advertir entonces que se trataba de una jovencita seriamente

    lastimada; sangraba profusamente, cojeaba de una pierna y tenía una herida

    muy profunda a un costado de la cabeza. No obstante, y para sorpresa del

    camionero, ésta no parecía mayormente interesada en su propia salud.

    -¡Ayude, por favor, a mi hijo! gimió, casi suplicante, la joven-. ¡Mi hijo está

    atrapado en el auto! ¡Si no sale de allí pronto se va a morir! ¡Por favor,

    ayúdelo!

    Al camionero le costó trabajo reaccionar.

    Dijo entonces lo primero que se le pasó por la mente: le preguntó a la mujer

    si se encontraba bien, o si había sufrido ella misma algún tipo de herida que

    necesitara atención inmediata.

    Pero la mujer no parecía escucharlo.

    -¡Mi hijo! gritaba angustiada-. ¡Por favor, salve a mi hijo!

    El camionero, todavía perplejo, se alejó entonces de la mujer y salió

    corriendo a todo galope en dirección al auto accidentado.

    Al llegar a él, le costó bastante trabajo encontrar algún hueco por donde

    asomar la cabeza; el auto había dado muchas vueltas y casi no era otra

    cosa que un puñado de chatarra humeante y retorcida.

    Además, la fuerza del agua, mezclada con el hedor a nafta desparramada,

    tornaba casi imposible la respiración.

    Y hay que sumar a todo esto que la presencia de las llamas auguraba una

    inminente explosión.

    De todos modos, y haciendo acopio de su valor, el camionero se las ingenió

    para llegar a los asientos traseros, luego de romper una ventanilla, donde

    pudo notar que se hallaba un bulto de color blanco.

    Prestando mayor atención, pudo advertir también que, envuelto en aquellas

    mantas, se encontraba acurrucado un niño en su más tierna infancia, casi

    un bebé, que sollozaba bajito.

    El camionero lo sacó del auto presurosamente, tratando de alejarlo del

    peligro. Sin embargo, y cuando ya comenzaba a creer que su tarea había

    terminado con éxito, pudo advertir, para su sorpresa, un elemento que no

    había previsto: un segundo cuerpo yacía atrapado entre los hierros.

    En eso, otra camioneta se detuvo en la ruta.

    Se trataba de una pareja de oficiales de la Policía Caminera que, al advertir

    el accidente, frenaron a prestar ayuda.

    El camionero fue a su encuentro con el niño en brazos y en dos palabras,

    jadeante, les explicó la situación.

    Puso especial énfasis en la necesidad de obrar con velocidad.

    Dicho esto, los dos oficiales tomaron de la parte trasera de la patrulla un

    bomberito y salieron corriendo en dirección al auto a prestar ayuda a la

    segunda víctima, mientras el camionero aplicaba los primeros auxilios al bebé.

    Afortunadamente, se encontraba sano y salvo.

    Cuando por fin pudo cerciorarse de esto, y tener un segundo de descanso y

    reflexión, es verosímil suponer que el camionero no pudo sin dudas dejar de

    advertir que la mujer que lo había detenido en medio de la ruta, solicitándole

    ayuda, hacía ya un largo rato que había desaparecido.

    Lo que sigue a continuación, el final de la historia, seguramente el lector ya

    lo habrá adivinado.

    Los dos oficiales llegaron al auto, y luego de forzar una puerta, con grave

    dificultad, consiguieron sacar la segunda víctima al exterior.

    Se trataba de una mujer, casi completamente desfigurada por las heridas

    , pero que el camionero pudo reconocer, estupefacto, como la misma que lo

    había detenido en la ruta.

    Era, en efecto, la propia madre de la criatura rescatada, salvo el hecho

    inexplicable de que hacía varios minutos que estaba muerta.

    Según mi testigo estrella, resulta innegable que la Aparecida de la Ruta 3

    había sido el propio espíritu o el fantasma de la madre del niño, que una vez

    muerta en el accidente, y antes de emigrar al reino tenebroso, había querido

    asegurarse de dejar a buen resguardo la vida del pequeño.



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  12. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

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    El fantasma de Horacio Quiroga

    El fantasma de Quiroga deambula por los corredores de su vieja casa, como

    si quisiera efectuar en la muerte un regreso que no cumplió en vida.

    En este segundo capítulo, el protagonista no es otro que la figura más

    entrañable de Salto: el escritor Horacio Quiroga, cuya trágica y accidentada

    vida dejó la simiente perfecta para la creación de una leyenda tras su muerte.

    Según los registros más fieles, la última vez que Horacio Quiroga puso un pie

    en Salto fue hacia fines del año 1902 o principios del 1903, cuando ya

    estaba radicado en Buenos Aires luego del trauma que le había provocado la

    muerte de su amigo Federico Ferrando.

    Juró entonces -cosa que literalmente cumplió- no regresar jamás en su vida.

    Las razones parecían justificadas: la ciudad natal, para Quiroga, no era otra

    cosa que un enorme signo de su desdicha personal.

    Salto había sido el escenario de dos muertes que calaron hondo en su

    espíritu (la de su padre Prudencio en 1879, y la de su padrastro Ascencio

    Barcos, en 1891).

    Fueron los salteños quienes desdeñaron con indiferencia sus ejercicios

    literarios en Gil Blas y en La Revista; y era también salteño, finalmente, el

    hermano del alma que acababa de morir, víctima de su propio descuido.

    Nada parecía haber en Salto que el precoz escritor -por entonces de apenas

    veinticinco años de edad- pudiera asociar con la felicidad o siquiera

    lejanamente con la alegría.

    Sin embargo, muchos son los biógrafos que han advertido que, hacia los

    últimos instantes de su vida, Horacio Quiroga planeó casi secretamente una

    íntima reconciliación con el suelo natal.

    En buena medida, este propósito ya podría adivinarse considerando con

    atención la correspondencia quiroguiana hacia la época de su segundo exilio

    misionero y las reiteradas ocasiones que en ella el escritor recuerda con

    cariño y nostalgia las ya lejanas horas de la juventud.

    En algunas, como las cruzadas con Fernández Saldaña, Quiroga habla a

    menudo de rostros, de nombres y de amigos del Salto, y cuenta con

    insistencia humorísticas anécdotas y recuerdos allí vividos.

    En otras, como las mantenidas con su amigo y coterráneo Enrique Amorim, el

    escritor habla mucho más explícitamente de un proyecto general de "rever el

    paisaje salteño", proyecto que incluía no solamente una revaloración de las

    posibilidades estéticas del recuerdo del terruño sino también, acaso, una

    vuelta al hogar ("Al fin y al cabo -escribió una vez- hasta los elefantes van a

    morir todos al sitio dónde dieron sus primeros trotes").

    De hecho, este último propósito estuvo muy cerca de concretarse hacia el

    año 1935 cuando el propio Amorim le realizó una invitación al chalet "Las

    Nubes", que Quiroga a la postre rechazaría alegando su voluntad de evitar los

    previsibles homenajes oficiales.

    No obstante, la verdadera razón por la que el proyecto quiroguiano de la

    recuperación del Salto quedó finalmente trunco fue mucho más drástico:

    poco tiempo más tarde el escritor comenzaría a padecer los primeros

    síntomas de un irreversible cáncer gástrico, y tanto su salud como su

    desequilibrado estado anímico lo arrastraron obligatoriamente hacia Buenos

    Aires.

    Allí, aquejado por el sufrimiento y la soledad, la idea del suicidio se instaló en

    su mente con más fuerza que la del regreso.

    Sin embargo, es verosímil que hacia sus últimos segundos, y ya de cara a

    Dios, Quiroga siguiera pensando, como en un sueño, en su Salto nativo.

    Pensó tal vez -como había dejado escrito en el Diario de Viaje a París- que

    solamente en Salto había encontrado alguna vez diversión.

    Que entre los amigos que lo acompañaron fielmente durante toda su vida

    figuraban muchos salteños.

    Que fueron los primeros escritos salteños, acaso, los únicos que le

    produjeron verdadera felicidad creativa.

    Que la absurda Comunidad de Los Tres Mosqueteros -precursora del célebre

    Consistorio del Gay Saber- fue una de las experiencias más delirantes que

    alguien pudiera imaginar.

    Que los carnavales salteños le proporcionaron el conocimiento de algunos

    amores imborrables; y que fueron muchos también, en definitiva, los buenos

    recuerdos de su vida de estudiante en el Instituto Politécnico.

    Es también verosímil suponer que la fatídica noche de febrero de 1937 en que

    Quiroga entró en la muerte en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, luego

    de ingerir una fuerte dosis de cianuro, llevara todas o siquiera algunas de

    estas imágenes impregnadas en su retina.

    Pues bien, tal es la razón, y no otra, por la que el fantasma de Horacio

    Quiroga se aparece todavía en tantos lugares del Salto: para conseguir,

    desde el más allá, la anhelada vuelta al hogar que su cuerpo humano no

    pudo alcanzar en vida.

    Tal vez también por esta razón, los lugares en que con más frecuencia se

    manifiesta su espectro sean las dos casas que éste habitó en la ciudad.

    En la primera, ubicada sobre calle Uruguay, sucesivos inquilinos han visto

    ciertas noches al fantasma de Quiroga deambulando por la oscuridad de los

    corredores, envuelto en una larga manta de color rojo; y en la segunda, la

    casona ubicada sobre Avenida Viera en que funcionaba hace no mucho

    tiempo la llamada "Escuela al Aire Libre", suele presentarse a los niños,

    caseros y cocineros del centro educativo, la mayoría de las veces sentado

    en una silla de hamaca ubicada junto a la estufa del lugar, aunque también

    hacia los terrenos del fondo, revolviendo las plantaciones de verduras o

    utilizando clandestinamente las herramientas del galpón.

    En tales casos, el fantasma aparece invariablemente con el aspecto con que

    recuerdan a Quiroga sus últimas fotografías: enflaquecido, la piel arrugada y

    amarillenta, la espesa barba comiéndole la cara, la mirada triste y como

    perdida en el vacío.

    Pero no son por cierto éstos los únicos sitios de sus

    póstumas,peregrinaciones salteñas.

    Por el contrario, se refieren apariciones suyas en la zona de la Costanera

    Sur, más precisamente en los alrededores del Mausoleo erigido en su nombre

    y en el que está ubicada la famosa -y también maldita- urna de Ezria que

    guarda sus terrenales cenizas.

    Igualmente, hay testimonios que aseguran la presencia del fantasma de

    Horacio Quiroga re-editando en bicicleta la célebre travesía Salto-Paysandú,

    pedaleando muy orgulloso con su camiseta del Club Ciclista Salteño.

    Tales apariciones salteñas del espectro de Quiroga, naturalmente, suelen

    promover el espanto de sus ocasionales testigos.

    Sin embargo, viéndolo de otro modo, son la cosa más natural del mundo.

    Al fin y al cabo ¿qué otro destino más conveniente para el fantasma de un

    hombre que en toda su vida no fue sino un perpetuo desterrado, que el de

    intentar recuperar, al cabo de ésta, el familiar sabor del suelo natal, vale

    decir, regresar a las entrañas mismas de la madre tierra?


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  13. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

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    Los Ovnis de La Aurora


    En la Estancia La Aurora, visitada con frecuencia por el propio Neil Armstrong

    a nombre de la Nasa, se producen extraños avistamientos todas las noches.

    En este caso el protagonismo es para una leyenda que para muchos no es

    leyenda: la aparición mítica de platos voladores en La Aurora y la

    participación de la Nasa en el campo que es parte de la misteriosa estancia.

    La estancia "La Aurora se encuentra a pocos metros de distancia del puente

    fronterizo Salto-Paysandú tendido sobre el río Daymán, con un pie en cada

    uno de estos departamentos, y a ella se accede a través de un estrecho

    sendero de tierra y polvo que se abre silenciosamente a un costado de la

    Ruta 3.

    En el portón de entrada a este distrito hay un cartel que reza: "Por el tema

    OVNI preguntar en la NASA".

    Los dueños del lugar han puesto esta leyenda, previsiblemente, con el

    ingenuo propósito de sumir aún más en el secreto la serie de hechos

    misteriosos y sobrenaturales que supuestamente ocurren allí.

    Incluso la sigla "OVNI" es un eufemismo, pues ya no existe ninguna duda de

    que allí verdaderamente se registra una copiosa actividad extraterrestre.

    Para explicar esta presencia alienígena, la imaginación popular ha urdido

    varias teorías.

    La más difundida de todas explica que en "La Aurora" hay ubicado aquello que

    los chamanes llamarían un axis mundo -o eje del mundo-, es decir, una

    abertura de carácter dimensional que permite comunicar las diferentes

    regiones del Universo.

    Puesto que, en efecto, el suelo allí es rico en cuarzos y cristales, se

    concentra una potente energía que al cabo de períodos regulares colapsa

    las categorías del espacio y del tiempo y abre un canal a través del cual

    seres de otras dimensiones pueden acceder a nuestras coordenadas.

    No se trata, estrictamente, de la abertura a una ciudad intraterrena, sino de

    un portal con el que se puede conectar con otras realidades coexistentes

    con la de nuestro planeta, pero ubicadas en niveles diferentes de la

    existencia.

    El caso no es original; a lo largo de la historia se recuerdan muchos

    epicentros energéticos como éste en la Tierra, aunque de diferente potencia.

    Los más poderosos son los del nivel siete, como los de Erks y Azgar en

    Rusia, el del Tibet, el del Triángulo de las Bermudas y el de la Antigua Capital

    de los Mayas; el hoyo energético de "La Aurora", en cambio, como el de

    Isidris en Mendoza y como otros sitios de Brasil, Colombia, China, EEUU y

    Europa, es apenas de segundo nivel.

    Según otra versión, la menos convincente, en "La Aurora" habría instalado un

    observatorio subterráneo de la NASA en el que el gobierno norteamericano

    lleva a cabo ciertas operaciones secretas en confabulación con las células

    de inteligencia de nuestro país.

    Tal vez por esta razón, muchos de los avistamientos de objetos voladores

    registrados en la zona han sido atribuidos a falsas percepciones de satélites,

    aviones, prototipos de combates y otras maquinarias de las operaciones

    militares.

    Esta hipótesis es por cierto incontrastable, ya que amén de las repetidas

    visitas realizadas a Salto por el astronauta Neil Armstrong, "el primer hombre

    que pisó la luna" y uno de los agentes más universalmente conocidos de la

    NASA, no existen visiblemente en "La Aurora" elementos que den prueba de

    su veracidad.

    Hay todavía una versión más rigurosa, que pude conocer gracias a la pericia

    de un astrólogo y ufólogo amigo, pero que exige una explicación preliminar.

    Según es fama, desde hace miles de años, los pueblos del Universo han

    estado librando una guerra.

    Dos son los bandos en eterno conflicto: por un lado, las Fuerzas de la

    Oscuridad, una congregación de colonialistas interplanetarios que intenta

    hacerse con el poder del Cosmos para dictar sus leyes y hacer agosto de la

    esclavitud de las razas; y por el otro, las fuerzas de la Confederación

    Intergaláctica, la unión de los pueblos libres del universo reacios a cualquier

    intervención forzosa y que participan de la idea de que todo organismo vivo

    que existe en la inmensidad del espacio debe ser el único rector de su

    destino.

    En términos generales, puede decirse que la Confederación Intergaláctica ha

    estado ganando sistemáticamente esta guerra; sin embargo, las Fuerzas de

    la Oscuridad intentan dar ocasionalmente algún golpe, buscando revertir la

    situación, y lo hacen precisamente tomando como objetivo a aquellos

    planetas que, como la Tierra, recién están en los primeros pasos de su

    evolución.

    Para evitar esta intervención clandestina sobre los pueblos neutrales, la

    Confederación Intergaláctica instaló en ellos, en secreto, sistemas

    defensivos y escudos de protección capaces de derribar toda agresión

    exterior, tal como puede comprobarse, por ejemplo, recordando lo ocurrido en

    el famoso caso Roswell.

    Pues bien, en "La Aurora", precisamente, habría instalada una base de este

    tipo, y las naves que allí se divisan por docenas no son sino las centinelas de

    la guardia de la Confederación.

    Sea como fuere, las evidencias de la actividad de naves y de seres

    extraterrestres en los campos de la estancia son tan variadas que

    cualquiera de ellas daría material de primera para un buen capítulo de la serie

    televisiva Los Archivos X.

    Los automovilistas que transitan por la carretera realizan con frecuencia

    avistamientos de platillos voladores solitarios o en formaciones de hasta

    cinco o seis individuos.

    Por las mañanas, y aún cuando en toda la noche no se escuchó un solo

    ruido, los peones encuentran misteriosas huellas de aterrizajes en el pasto,

    como si un objeto muy caliente se hubiera posado de pronto y quemado

    todo la gramilla circundante con su fulgor.

    Se divisaron también luces y bolas de fuego que recorren a una velocidad

    muy lenta el descampado y que de pronto ascienden con una propulsión

    imposible hacia los cielos, donde se pierden para siempre.

    Si uno es capaz de desarrollar sus facultades mentales en grado extremo, y

    logra dominar el arte de la telepatía, encontrará allí una sintonía especial

    para comunicarse -sin palabras ni imágenes- con seres de toda la galaxia.

    En ocasiones, hasta hay testigos que han logrado encuentros cercanos con

    algunos de estos internautas y visitantes de otros mundos, los que fueron

    descritos de maneras tan heterogéneas y contradictorias que es preferible

    no entrar en materia.

    Por esta razón, los muchachos de las comunidades dedicadas al estudio del

    fenómeno OVNI de todas partes del mundo, como así también los iniciados en

    las artes de lo oculto, lo ausente y lo lejano, tienen entre sus itinerarios de

    actividades viajes y excursiones de todo tipo a este característico paisaje de

    la fantasía salteña con el fin de lograr, cosa que ocurre, alguna evidencia de

    los extraterrestres.


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  14. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

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    La Sirena del Río Uruguay

    Pariente lejano de la sirena mitológica, un ser solitario y grotesco asoma de

    tanto en tanto en la superficie del río Uruguay.

    El mito de la sirena del Río Uruguay es una de esas clásicas leyendas que

    desde tiempos inmemoriales seduce la imaginación de los hombres de todo el

    litoral oeste del país, e incluso de aquellos que habitan todavía más hacia el

    sur de la República, pues es evidente que la famosa sirena del Río de la

    Plata, sobre la que misteriosamente refieren algunos pescadores

    montevideanos, no es sino la mismísima ninfa de aguas dulces en una de sus

    excursiones más alejadas.

    Con todo, es probable que en ningún otro sitio como en Salto esta leyenda

    posea tantas anécdotas y testimonios que den prueba de su existencia.

    Pese al ostensible nombre de esta bestia, la sirena del Río Uruguay es un

    animal que apenas recuerda a su congénere de la mitología clásica.

    Una diferencia notoria proviene de las apreciaciones fisonómicas de cada una

    de estas especies.

    Las sirenas de la antigüedad helénica fueron seres de forma híbrida, que de

    la cintura para arriba asemejaban unas hermosísimas doncellas de largas

    cabelleras y de formas voluptuosas, mientras que de la cintura para abajo

    eran unos peces gigantescos.

    En cambio, la sirena del Río Uruguay no es un mero complemento entre una

    especie humana y otra animal, sino tal vez un híbrido indeterminado entre

    ambos términos.

    Se sabe que tiene extremidades, pero éstas no son los tiernos brazos de una

    náyade, sino unas especies de tentáculos provistos de largas garras y de

    aletas.

    Hay también consenso en que tiene abundantes cabellos, pero éstos no son

    finos y delicados, sino verduzcos y pinchudos como si se tratara de un

    puñado de bigotes de surubí.

    Sus ojos son amarillos y saltones, como los de un sapo, y no toleran la luz.

    El conjunto del monstruo da la impresión de un axolote enorme, pero cuyas

    facciones evocan, lejanamente, rasgos humanos.

    Su piel, brutalmente salpicada de erupciones, es de un color gris piedra que

    le permite un camuflaje sin igual en las oscurecidas aguas del río.

    Otra diferencia importante es que al tiempo que las sirenas sobre las que nos

    refieren los relatos de la mitología y la epopeya clásica siempre avanzan en

    grupos, verdaderos harenes fantásticos de seductoras marinas, la sirena del

    Río Uruguay, en cambio, es un ente tristemente solitario.

    Es probable que se trate del último espécimen de su raza.

    La pobre criatura vaga de aquí para allá, desamparada, sin otra compañía

    que la corriente del río y la ocasional cercanía de otros peces que el azar de

    las aventuras pone en su camino.

    Pero tal vez la principal diferencia entre la especie helénica y la sirena del Río

    Uruguay -a quienes conviene reconocer, sin embargo, como parientes muy

    lejanas-, es la absoluta disparidad entre sus respectivos comportamientos

    en relación a los humanos.

    Las sirenas de la antigüedad clásica encontraban singular deleite en

    provocar la desgracia y la muerte de los hombres.

    Sus hermosas melodías y sus hipnóticos cantos atraían la atención de los

    navegantes, que descuidaban el curso de sus naves y las estrellaban así

    contra los arrecifes, pereciendo toda la tripulación en las aguas.

    Por el contrario, la sirena del Río Uruguay es un ser absolutamente pacífico,

    y más que bonachón, casi inocente, que nunca ha causado y es previsible

    que no causará jamás daño a nadie.

    Puesto que, como se dijo, se trata de un ser solitario en extremo, posee, eso

    sí, una gran curiosidad.

    Pero es de un carácter tan arisco y huraño que toda vez que se acerca a un

    humano, y es percibida por éste, la sirena se zambulle de súbito en las

    aguas y huye despavorida, como si la sola idea de ser contemplada por los

    ojos de la gente le provocara un estremecimiento más poderoso que su

    osadía de mostrarse.

    Desde que los practicantes de la religión afro-umbandista instalaron en la

    playa Las Cavas una bellísima escultura de Ie-Manjá, los avistamientos más

    frecuentes de la sirena en la ciudad de Salto se produjeron precisamente en

    esa zona del Río Uruguay.

    Muchos de los devotos de esta diosa, que habitualmente se acercan a la

    costa del río a realizar sus rituales y a presentar sus ofrendas de flores, velas

    y animales, juran haber divisado más de una vez a la "Madre de las Aguas"

    saltando a lo lejos, o a veces también paseando en una barca, vestida con

    sus conocidos atuendos de colores blanco y turquesa, su silueta

    recortándose en el espejo de plata de la luna.

    Estas visiones me fueron confirmadas también por algunos de los muchachos

    del cuerpo de Guardavidas de la Intendencia que en las épocas del verano

    custodian las playas salteñas.

    Hacia el atardecer, cuando van a recoger las boyas de seguridad, se ven a

    menudo espantados por el súbito borbollón de agua que, en su torpe

    desplazamiento por debajo de la chalana, produce la sirena al pasar.

    Igualmente, los marineros de la Prefectura, hastiados de caminar y de vigilar

    con sus binoculares toda la costa del Salto, fueron testigos de sus fugaces apariciones.

    Fuera de estos registros recientes, hubo una época en la que los

    avistamientos más frecuentes de la sirena del Río Uruguay se realizaron en el

    puerto de la ciudad.

    Tal vez por esta razón, quienes están en mejores condiciones de

    proporcionar datos fidedignos sobre la existencia de este apacible monstruo

    acuático, sean los habituales pescadores que noche tras noche van allí a

    tirar sus plomadas.

    También los pescadores de río adentro, que rastrillan la zona portuaria con

    sus embarcaciones y sus redes, se ven de ordinario sorprendidos por la visita

    de este curioso engendro.

    En ocasiones, las personas que hacia el atardecer regresan de Concordia en

    la lancha, pudieron observar también de qué simpática manera acompañaba

    la sirena el surco blanco de agua que el motor produce en el río, asomando la

    cabeza y hundiéndose en forma reiterada.

    Otras zonas de avistamientos frecuentes de la sirena del Río Uruguay en

    Salto son las rocas del Ayuí, las cuevas de San Antonio y las compuertas de

    la Represa de Salto Grande, sitio en el que no es por cierto infrecuente

    advertir a este fantástico animal, saltando alegremente junto a los dorados

    en los torbellinos de agua.


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  15. Re: TODO EN IMAGENES URUGUAY

    BUENO ESPERO QUE LES HAYAN GUSTADO LAS LEYENDAS Y QUE NO LOS HAYA ABURRIDO. ME PARECIO INTERESANTE COMPARTIRLAS YA QUE SON DEL LUGAR QUE ESTAMOS CONOCIENDO