Concurso de relato corto

Tema en 'Comunidad de Infojardín' comenzado por MANU_, 19/12/11.

  1. Trasimedes

    Trasimedes

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    ¿CUANDO AMANECERÁ, MOHAMED? (continuación)

    ...........- Mohamed, la gente desconfía y recela de vosotros. Ha pasado un milenio y al parecer, no cicatrizan las viejas heridas. Hay gente que sabe del martilleo islámico, sobre estas tierras. Durante la dictadura de Almanzor, su hijo Abd-el-Malik, saqueó Manresa, a pocos kilómetros de aquí. ¿Qué dices a eso?”
    Se hace el silencio durante unos segundos. Desde el exterior penetra un perfume de adelfas y de alhelíes. Persiste en la estancia aromas de jazmín y de té y yerbabuena. Es un olor casi narcotizante.
    Mohamed responde con mesura:
    - “¡El Mansour Billah¡ De él dice nuestro historiador Ibn Hayyan: ¡Por Dios, nunca volverá a dar el mundo nadie como él, ni defenderá las fronteras, otro que se le pueda comparar¡”

    - Contraataca Miguel: “En el año 1002, en Calatañazor, murió Almanzor.... perdió su atambor.... fue sepultado en los infiernos. Lo dice el Cronicón Silense.”
    El agareno, algo contrariado, da la contrarréplica:
    - Nada más alejado de la realidad, lo que dicen esos viejos cronicones. Los monjes del medioevo que los escribieron no fueron imparciales; falsearon la realidad, dando el carácter de cruzada a unos enfrentamientos entre castellanos y cordobeses, que fueron simplemente, luchas tribales. Estando firmemente arraigados en esta península, ya éramos considerados por todos, como pobladores legítimos en plenitud de soberanía. En los comicios del siglo XI, estando cercano el fin del caudillo musulmán, llevábamos aquí cerca de 300 años; mucho más de lo que duró la dominación visigótica. El propio Almanzor, a menudo mediaba en los conflictos que se suscitaban entre los mismos señores feudales cristianos. En cuanto al mito de Calatañazor, todo se redujo a una acción ofensiva del conde castellano Sancho García sobre la retaguardia de un ejército en retirada, con su jefe sexagenario, ya muy enfermo.

    Pese a la seriedad del tema del que hablan los dos hombres, el ambiente es apacible y distendido. La esposa de Mohamed es una mujer aún joven. Es recatada y es discreta.
    - Dime, Mohamed, cual es tu opinión sobre las mujeres. ¿Es cierto que las maltratáis? ¿Le pegas tú a tu mujer? Los esposos se sonríen y miran al huésped con displicencia. Finalmente llega la respuesta:
    - No se puede maltratar a la mujer, porque se la ama y porque es un regalo de Dios. ¿Pegar a mi mujer? ¡Ni con el pétalo de una rosa¡.”

    Han pasado unas horas. En el dintel de la puerta de la casa, están ahora los dos hombres contemplando el atardecer. Han tenido tiempo para hablar de muchas cosas. Han hablado también de los males que afligen al mundo y están de acuerdo en que los pueblos deben llegar a un grado de entendimiento entre ellos, que les permita convivir en paz; y han llegado a la conclusión de que sin ese entendimiento entre las civilizaciones, la Humanidad no podrá sobrevivir.

    A lo lejos, en un horizonte de tonos anaranjados, titilan ya algunas estrellas. Los dos hombres que hace poco se encontraron en el camino y que se saludaron de modo protocolario, sienten que ahora ya son un poco más amigos.

    Teté el Rotweiler, el fiel escudero, ya no enseña los dientes a Mohamed; y presintiendo que ya es hora de regresar se aproxima a ellos, ansiando la vuelta a casa.
    -Vuelve mañana. Tomaremos el té y seguiremos hablando de Almanzor.”
    -Gracias, Mohamed. Ha sido un placer dialogar contigo.”

    Miguel y su perro ya van por la vereda que los conducirá a casa; el hombre lleva colgada del brazo una cesta repleta de jugosos tomates de Montserrat, obsequio de su amigo el bereber.

    Atrás queda la casita del altozano, donde su nuevo amigo probablemente seguirá soñando con remotos jardines, allá en la Córdoba lejana. Ha caído la noche y el aire es limpio. El hombre se ha parado unos instantes a contemplar la inmensidad estrellada; sereno en su ánimo y, esperanzado en su corazón, lanza un interrogante hacia el infinito:
    ¿Habrá algún día un nuevo amanecer para la Humanidad? Mira luego a su perro y le pregunta:
    -¿Lo sabes tú, Teté?



    -o-o-o-o-o-o-o-o-o-
     
  2. Hola!

    Ángel, finalmente no es un concurso sino la exposición de algo que hayamos escrito :happy: anímate si es que te apetece :beso:

    Trasimedes, no son sólo experiencias lo que se escribe.. anda que si mi relato fuera una experiencia estaría buena :smile: lo que yo escribo suele ser literatura, a no ser que escriba en mi diario.

    Espliego :beso: , ¿ese texto está en algún otro sitio? creo que lo he leído ya.. ¿puede ser en tu blog?

    Besos ;)
     
  3. espliego

    espliego

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    Hola, "infonarradores" :happy:

    Acabo de abrir un hilo para dar a conocer nuestro Blog. A ver si se apunta más gente. La idea es crear un espacio para escribir, independiente del foro en sí, aunque conformado por foreros. Si no tiene éxito... pues no pasa ná, pero al menos quedaremos ahí unidos para la eternidad los que hemos participado. :happy:

    http://www.infojardin.com/foro/showthread.php?t=279183

    Trasimedes, eres el numbre one. Ya mismo incorporo las fotos que me has enviado a tus textos. He pensado cambiar los días de envío para que aparezca en el blog primero el 1 y luego el 2.

    Mercedes y Ángel
    , ya estáis tardando.:happy:

    Ana María, mis girasoles es un texto que sí figura en mi blog, aunque lo he remozado algo, que los años no pasan en balde.
     
  4. nafnaf

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    :happy: :52aleluya: Manu, mira cómo florece y crece nuestro jardín :52aleluya:

    Me voy unos días (ya lo verás Mercedes ;) ) y cuando vuelvo... esto es ... es... todo un jardín botánico, de todos los colores a cual más brillante y perfumes a cual más dulce.

    :52aleluya: :52aleluya: Y se van apuntando más jardiner@s sembrando su fantasía :ojoscorazon:

    Y encima, tenemos un public relations de primera ;)
     
  5. MANU_

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    Y que lo digas nafi, el más prolífico es Trasi, los demás solo hemos hecho algún pinito, pero todo vendrá.:smile: :5-okey:
     
  6. miosotis

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    DON ALBERTO

    Era un anciano alto,delgado,la cara fina,pómulos salientes,ojos vivaces,encorvado por el paso de los años y por su diario trabajo de hortelano,en el pequeño trozo de terreno que cultivaba detrás de su casa.
    Por la mañana muy temprano,solía recoger los mejores productos de su huerta y con un viejo cesto con asas colgado de su brazo salía a vender sus productos por el barrio.En sus hortalizas iba su alma,eran su manera de latir,de manifestar su afecto y seguir vivo...
    De él poco se sabía,muy poco hablador,cuando intercambiaba alguna palabra ,se le descubría un dejo italiano;seguramente había dejado su pais siendo niño o muy joven y hoy convivía en silencio con recuerdos,con una tristeza elegante motivada,seguro,por la pérdida de amores.
    Que cómo y cuándo...nada se sabía,intrigaba sin ansias:nadie intentaba traspasar la dulce barrera de su intimidad,sugería afecto y respeto.
    De niña ,era mi amigo,siempre tenía para mí un saludo afectuoso que demostraba una alegría especial al verme(¿tal vez una hermana pequeña allá lejos??)
    Cuando yo salía a la acera,no sé si pura coincidencia o una vigilancia atenta desde su atalaya,lo movía imperiosamente al exterior para abonar aquélla relación que lo acompañaba en su solitario vivir.
    Guardo de él ,especialmente,un regalo hecho con sus callosas manos(que quién sabe cuantas caricias queridas no hicieron...):un cestito pequeño con asas, de hueso de melocotón.
    Yo me sentía y me siento muy orgullosa de haber sido uno de sus afectos,de haber conseguido esa especial unión con él,tan selectivo al abrir su alma,seguramente porque el secreto que guardaba era todo lo que tenía,era su tesoro.
    Don Alberto,hoy seguramente ya no está,por eso quiero perpetuarlo,compartiendo este relato para que viva eternamente...
     
  7. MANU_

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    Gracias Mio por tu relato, sencillo y emotivo.:happy:

    Busca si quieres alguna foto que ilustre tus palabras y mandaselas a espliego para que aparezca en el Blog. :beso:
     
  8. espliego

    espliego

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    Mio, ya vamos siendo más... :happy: He incorporado tu texto al blog de los infojardinarradores http://relatinfo.blogspot.com/. Lo de la foto a incorporar no es necesario, pero si me la envías la incorporo a tu relato.

    Dejo aquí un relato corto que escribí hace algún tiempo.

    BAJO LA CAMA

    Ella estaba bajo la cama, y al mirarla me miró. Yo estaba tumbado en el suelo, boca abajo, y temía que diera un salto, zas, y me mordiera la nariz, o la oreja; ya había ocurrido. No se movió. Desde su esquina me observaba con ojos no sé si amenazadores, suplicantes o indiferentes. Me sorprendió su delgadez, debía llevar algún tiempo sin comer, o comiendo poco, o quizá me dio esa impresión porque era temprano; la falta de luz adelgaza los relieves.

    Había funcionado otras veces: alcancé mi zapato con la mano y, despacio, despacio, lo fui aproximando hasta su rincón. Solía subirse, trepando por el tacón, se introducía dentro y asomaba la cabecita hacia adelante, como si fuese conduciendo un automóvil. Entonces yo sacaba el zapato de debajo de la cama, con ella dentro, lentamente, imitando con mis labios el ruido de un motor. Ella se dejaba hacer, sin duda le gustaba. Entonces la cogía y la devolvía a su cajita.

    Pero algo falló ese día; no se subió. Ni los días sucesivos. Y en su rincón sigue, indiferente a miradas, zapatitos y ruidos artificiales de motor. Ha encontrado su lugar.
     
  9. nafnaf

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    :happy: Mio :5-okey: :beso: :beso:

    :icon_rolleyes: :sirena: espliego..... no consigo poner nuevo texto directamente allí.... ¿no te sorprende verdad?....


    LA SONRISA

    ¡No tenía boca! Me llevé las manos a los labios. No los encontré. Sólo piel lisa, sin relieve, sin fisura, sin arrugas. Nada.

    Me miré otra vez al espejo. Quisé reír, llorar: mi imagen me pareció grotesca. Nada. Ningún sonido, ni risa, ni grito, ni llanto.

    Me dí la vuelta, asustada. El lapiz de labios cayó al suelo. "Albaricoque nº 123 " ponía en el tapón: mi color preferido.

    Me senté, cabizbaja, aturdida, abrumada. Miré la hora con preocupación. "No llegaré a tiempo, no podré salir a la calle así, sin boca, sin poder hablar... "

    Intenté serenarme. Siempre busco soluciones a todo "Hablando se entiende la gente " es una de mis frases favoritas.

    Sí, sí ... hablando... pero sin boca...

    Recogí el pintalabios del suelo; me dibujé una sonrisa. Una mirada más al espejo : " ¿Servirá?... Servirá. "

    Salí a la calle, sonriendo por fuera con boca inexistente y temblando por dentro.

    Sonreí al taxista y me llevó a mi destino... sin haberle dicho nada.

    Llegó mi amiga, le dí dos besos al aire... no se percató de mi silencio.

    En el restaurante, sin problema me trajeron lo que pedí.

    Una mirada furtiva al espejito del bolso...

    Seguía el problema.

    Pero ¿dónde estaba el problema? No tenía boca, es cierto... pero mi vida no cambiaba por ello.

    Me entendían... Sonreí...

    ¿ Para qué hablar si te entienden con una sonrisa?

    nafnaf 21/06/ 2011
     
  10. espliego

    espliego

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    Eres un poco "maladroite", nafnaf :happy: . Y eso que tú controlas esto de los blogs y tienes las claves de acceso al nuestro (Solo tú y Manu me las habéis pedido). A ver si cambias de una vez ese ordenador a pedales :happy: Ya incorporé tu microrrelato. Veo que andamos los dos por la línea de lo absurdo... Voy a estar unos días fuera, sin o con poca cobertura, sin o con poco ordenador. Lo digo por si eso. Que seáis buenos.
     
  11. nafnaf

    nafnaf carpe diem

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    :smile: un poco mucho maladroite, profe... y la culpa no es de mi ordenador... es nuevo el pobre y lo que tiene que aguantar, no lo sabes ni tú :11risotada:

    Y yo que te quería quitar trabajo :-? ... pero soy terca y lo terminaré consiguiendo :happy:

    Pásalo bien... y vuelve lleno de paciencia :smile: :beso:

    Buenas noches, sembradores de sueños y fantasía...
     
  12. miosotis

    miosotis miosotis

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    Enhorabuena por los últimos relatos!!:beso: esto va avanzando:52aleluya:
    espliego voy buscando foto y prepararé otro relato,con tiempo eso si!!:happy:
     
  13. MANU_

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    Dejo la 1ª parte de este. Siento decir que habrá dos o tres partes mas, así que no os comáis las uñas.:smile:

    MANUEL Y EL CONSEJERO DON Lo que más vívidamente recuerdo de los últimos diez años es mi crisis de los treinta y cinco. No la de los cuarenta, como suele ser habitual, aunque supongo que hoy, que vivimos más y peor, se desatará pasados los cincuenta. Recuerdo a mi madre alabando las virtudes del matrimonio y a mi padre enumerando las ventajas de la vida en sociedad. A mi mujer no la recuerdo con claridad aun cuando lo que estaba en juego era mi relación con ella.

    - Manuel, no seas obtuso, que vas a hacer en un lugar que ni siquiera tiene luz eléctrica, decía mi madre con el asentimiento de su marido. Vas a volver loca a la pobre Sara…es tan buena. Además, has dicho que no es eso…que no has dejado de quererla, ¿verdad?

    - Sin luz eléctrica, insistió el ex-cabeza de familia, tratando de reimponer su ex-patriarcal voluntad. Tú no tienes depresión ni hastío, ni te puede la rutina. A tí lo que te puede es no haber hecho nada en la vida y ahora, que tienes un trabajo estable y una mujer que te adora, lo tiras todo por la borda sin asumir ninguna responsabilidad.

    Recuerdo caras de asombro en la oficina cenicienta y alguna de incredulidad y una de envidia cuando dejé caer sin entrar en explicaciones farragosas que dejaba el trabajo después de siete años de abrir y cerrar archivos, de escudriñar papeles ajenos para fortunas ajenas, adivinar el sol de nueve a dos en invierno y envidiarlo de cuatro a seis en verano, de depresiones postvacacionales o de absurdos intentos de esconderme entre las plantas que cultivaba en mi mesa de trabajo. En las horas que robaba al implacable discurrir cotidiano, salía con premura de la ciudad para poner tierra de por medio con la celulosa muerta y corroborar que la celulosa no era solo papel de oficina mugrienta, sino árboles, plantas, vegetales vivos que atrapaban el sol que se me resistía. Me llamaba la vida que un día racionalicé al comenzar a estudiar medicina, biología o ecología, que nunca acabé, como bien decía mi padre.

    Tiempo atrás compré una casa vieja con unas pocas hectáreas de tierra en las montañas cercanas a la ciudad que me asfixiaba. Procuraba ir todos los fines de semana, y, cuando los días se alargaban y el frío no era un impedimento viajaba tres cuartos de hora para respirar aire limpio, no ver a nadie y seguir arreglando lo que llevara entre manos. Al principio, Sara, mi mujer, venía conmigo. Incluso adornaba los exteriores y colocaba macetas y ruedas de carro en el porche de la estancia. Perdió la ilusión al comprobar la que a mí me producía, al ser consciente de la atracción que la soledad de la naturaleza ejercía semana tras semana, día tras día, a cada instante. No era una obsesión, era algo inevitable, un poderoso imán que me alejaba por fuerza de los vericuetos edificados de la ciudad, de las reuniones vecinales en las que se decidía con interminables debates el color de los toldos de la terraza, de los miles de coches en fila india rodando ruidosa y lentamente a las siete de la mañana a miles de fábricas y oficinas grisáceas sin que de ninguna garganta se escapara apenas un grito de queja. A los treinta y cinco años no se te acaba el tiempo pero yo tenía la sensación de que así era.

    C O N T I N U A R Á
     
  14. Trasimedes

    Trasimedes

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    MANU, me gusta tu relato.

    Al hacerlo por capítulos, gana en suspense. Quedo a la espera de la siguiente puntata.:5-okey:
     
  15. MANU_

    MANU_ ecotopia

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    Bueno Trasi, con esa alabanza me has convencido, aquí tienes la siguiente puntata, espero que no acabe siendo un tocho.:11risotada:

    MANUEL Y EL CONSEJERO DON (continuación).

    La primavera del segundo año comencé a dormir en la sierra pese a las protestas de Sara. Ya ni siquiera ella venía los fines de semana. Había ido arreglando poco a poco las habitaciones de la casa aprendiendo con paciencia a colocar regles, levantar ladrillos y enlucir paredes. Adosé un invernadero en la pared sur que en días soleados calentaba más que la chimenea que tuve que arreglar y mejorar. Trabajé con la madera y con el hierro, fabricando o arreglando muebles viejos, alacenas, antiguos armarios y arcones, rejas y aperos de labranza que compraba en un pueblo cercano. Planté madroños y mirtos, lentiscos y almeces, árboles que dieran sombra y otros que dejaran pasar el sol de invierno. Intenté, experimentado y leyendo, poner en marcha un huerto. Sara trataba de desterrar las ideas que ya sobrevolaban mi cabeza al verme llegar con unos calabacines raquíticos o una docena de tomates del tamaño de cerezas.

    - Vete al mercado a venderlos, así saldremos del mísero sueldo que te pagan en la oficina.
    - Que te den, Sara.
    - No, en serio, si no acabas ninguna de las carreras que has empezado, ese puede ser un buen pluriempleo.

    La discusión en torno al huerto concluyó a los pocos meses al poner en práctica un viejo refrán que me confió Tomás “El Pirro” mientras me ayudaba a mejorar las escaleras que conducían a la buhardilla de la casa. Se paró en medio de la cocina a la espera de un café recién hecho hojeando uno de mis libros.

    - Es que voy a hacerme un huerto, balbuceé, intuyendo el significado de su media sonrisa. Ahí, detrás de las cuadras, donde está el cuarto de aperos.
    - Juan el de la tienda de comestibles vende un estiércol barato; si quieres te lo acerco en el enganche del tractor.
    - Ya puse algo la primavera pasada pero la verdad es que saqué cuatro cosuchas. ¿hay que poner mucho?
    - Uyyy, exclamó, tanto libro y tanta gaita no te van a dar de comer. Mira –dijo muy serio-, cava, echa basura y cágate en los libros de agricultura.

    No olvidé frase tan lapidaria pero las berenjenas, pimientos y tomates que cultivé ese verano no convencieron a mi mujer de que compartiera mis aficiones y, mucho menos, entretejiera conmigo el plan que tomaba forma en no sé que parte de mi cerebro. También recuerdo que los últimos meses regresaba a la ciudad solo para no perder mi empleo, que las discusiones con Sara se incrementaron las pocas veces que nos veíamos y que mi desidia sobre determinadas convenciones sociales aumentaba. Mi cabeza estaba más cerca, durante las discusiones familiares –mis padres habían tomado partido claro por mantener mi matrimonio-, en la oficina, con las amistades, de la inminente terminación de un gallinero a todo confort en el que pensaba acomodar varias gallinas, pavos y patos, que de sus quejas, consejos o amenazas. De forma lenta, relajada pero a la vez salvaje, se fue apoderando de mí la inevitable sensación de que al fin todas las mañanas me despertaría oyendo el canto de los pájaros, a los que luego podría observar con mis prismáticos, desayunar con huevos recién cogidos y ajos tiernos del huerto para encerrarme después en el taller o elaborar a su puerta las artesanías que me permitieran disponer de algo de liquidez monetaria. Tampoco había nacido ayer.