la vigilo, sin duda..... Yo vigilo a tod@s l@s cronopi@s american@s... así que ya podéis ser buenos los tres. ¿por qué me copias las ideas, principito?...y no sólo hay alguna frase con la que estoy en desacuerdo, a veces es que creo que se le van las ideas a otro sitio, o no le entiendo, no sé.... bueno, mi historia de hoy, un relatillo, que no sé por qué me gusta tanto, pero me gusta. TATUAJE Esa pequeña aguja dolía al penetrar mi piel. Me quedé mirando cómo la sangre se coagulaba en minúsculas gotas y el dibujo iba apareciendo. El color de las marcas era azul cobalto. Azul, el color de la curación. El hombre que dibujaba tenía el entrecejo fruncido, estaba profundamente concentrado. Llevaba sangre indígena, de la nación de los Pies Negros. El hombre habló: <¿Tienes hijos?> Su voz retumbaba como un eco en mis oídos y recordé una reunión que tuve unos meses atrás. Entonces, una mujer me había formulado la misma pregunta. No esperó mi respuesta, sino que empezó a hablarme de sus propios hijos. Yo no dije nada. La mujer me volvió a hacer la misma pregunta, mirando mis ropas viejas. Hice un movimiento negativo con la cabeza: -No, en realidad, no. -Ah, entonces no puedes entender lo que significa el dolor de la separación. Mi mente retrocedió aún más, hacia un pasado en que La Gris estaba en el norte. ¿Tengo hijos? Recuerdo al abuelo, que, en mi imagen mental, sonríe. Contesta: Sí, tienes una hija. ¿Es que debo mostrar mi hija a esa mujer? Estudio su rostro. -Tengo una hija. - Contesto lacónicamente. El rostro de la mujer demuestra interés. -¿Ah, sí, cómo se llama? -Tiene tres nombres, McKenzie, su nombre de pila, la Gris, como yo la llamo en mi libro de poesía, y Baby, su sobrenombre. -¡Qué dulce! ¿Qué edad tiene? -Cinco años. -Es una edad maravillosa, cinco años. La mujer se mostraba satisfecha con mi conversación y se alejó, contenta. Más tarde, supe que le preguntó a una íntima amiga mía sobre mi hija, McKenzie. Mi amiga le dijo a la mujer que mi hija no era una niña de 5 años, sino un lobo gris Aquel hombre me hace daño con la aguja y me devuelve al presente. Dibuja cuatro huellas de color cobalto alrededor de mi muñeca izquierda, y mi sangre se mezcla con el dibujo azul. Es el viejo símbolo que representa los pies vagabundos de un lobo. Mi hija me llama con su corazón, en las altas montañas del norte. Recuerdo cuando salía a cazar con ella, lo difícil que le resultó aprender a matar. La búsqueda de la pequeña manada a la que tendría que unirse. El dolor de la separación, había dicho la mujer. Los senderos de la vida, agrego yo. El hombre concluye el sendero del lobo azul alrededor de mi muñeca. Limpia mi sangre y sonríe amablemente, cojo el algodón y, más tarde, lo quemo entre las llamas del fuego de troncos de cedro, delante de mi casa. Cuando el humo se eleva, pienso lo que me ha dicho. <Tienes una hija> Teresa <Tsimmu> Martino besos, vega
Muy buena, veg@....realmente me deja sin palabras. Aca les dejo algo y te prometo que soy muy buena.... Federico García Lorca (1898 - 1936) -------------------------------------------------------------------------------- CANCION OTOÑAL Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas, pero mi senda se pierde en el alma de la niebla. La luz me troncha las alas y el dolor de mi tristeza va mojando los recuerdos en la fuente de la idea. Todas las rosas son blancas, tan blancas como mi pena, y no son las rosas blancas, que ha nevado sobre ellas. Antes tuvieron el iris. También sobre el alma nieva. La nieve del alma tiene copos de besos y escenas que se hundieron en la sombra o en la luz del que las piensa. La nieve cae de las rosas, pero la del alma queda, y la garra de los años hace un sudario con ellas. ¿Se deshelará la nieve cuando la muerte nos lleva? ¿O después habrá otra nieve y otras rosas más perfectas? ¿Será la paz con nosotros como Cristo nos enseña? ¿O nunca será posible la solución del problema? ¿Y si el amor nos engaña? ¿Quién la vida nos alienta si el crepúsculo nos hunde en la verdadera ciencia del Bien que quizá no exista, y del Mal que late cerca? ¿Si la esperanza se apaga y la Babel se comienza, qué antorcha iluminará los caminos en la Tierra? ¿Si el azul es un ensueño, qué será de la inocencia? ¿Qué será del corazón si el Amor no tiene flechas? ¿Y si la muerte es la muerte, qué será de los poetas y de las cosas dormidas que ya nadie las recuerda? ¡Oh sol de las esperanzas! ¡Agua clara! ¡Luna nueva! ¡Corazones de los niños! ¡Almas rudas de las piedras! Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas y todas las rosas son tan blancas como mi pena.
Karo, queridísima ¿Por qué me haces llorar? Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas... Ayer estuve leyendo mucho rato a Lorca, qué casualidad. La soledad, en que hemos abierto los ojos. La soledad en que una mañana nos hemos despertado, caídos, derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos. Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén y, revuelto con la tierra súbita, se levanta y casi no puede reconocerse. Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que él no es, y ve aparecer sus miembros, y se palpa: «Aquí yo, aquí mi brazo, y este mi cuerpo, y esta mi pierna, e intacta está mi cabeza»; y todavía mareado mira arriba y ve por dónde ha rodado, y ahora el montón de tierra que le cubriera está a sus pies y él emerge, no sé si dolorido, no sé si brillando, y alza los ojos y el cielo destella con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele, pero le duele todo. Y arriba mira el camino, y aquí la hondonada, aquí donde sentado se absorbe y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero un cielo azul apagado parece lejanamente contemplarle. Aquí, en el borde del vivir, después de haber rodado toda la vida como un instante, me miro. Esta tierra fuiste tú, amor de mi vida? ¿Me preguntaré así cuando en el fin me conozca, cuando me reconozca y despierte, recién levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en la hondonada, en el fin, mire un cielo piadosamente brillar? Vicente Aleixandre
Que anda pasando Veguiña?.....Por que andas tan pachucha estos dias? Y espero que estes mejor, ya sabes que de este lado tenes amigos... que te quieren mucho... hasta el cielo y más. Calma chica Esperando que el viento doble tus ramas que el nivel de las aguas llegue a tu arena esperando que el cielo forme tu barro y que a tus pies la tierra se mueve sola pueblo estás quieto cómo no sabes cómo no sabes todavía que eres el viento la marca que eres la lluvia el terremoto. "Super Mario"
Hola, Para karo un beso enorme y para veg@ con emoticon como a ella le gusta Así como te empieces a hacer la llorona veg@, voy a llenar el foro de emoticones Bueno, lo siguiente va en memoria de las victimas de las tragedias. Este material de Juan Burghi me resulto interesante porque es simple, breve, entrañable y pertinente. Además me hizo recordar que cuando yo era niño, encontré un pichón de gorrión que no podía volar, estaba mojado, apenas se movía y tenia una mirada muy triste. Lo cuide en mi cuarto, no recuerdo ahora cuanto tiempo, pero fueron muchos días y aunque parezca increíble, ese gorrión me reconocía, cuando yo llegaba del colegio me iba en seguida a verlo y parecía que se ponía contento. En tanto comenzó a recuperarse daba saltos a mi alrededor y me seguía por toda la habitación. Hasta que un día comenzó a volar tímidamente, inquieto se acercaba a la ventana y yo sabia que era el momento de abrir la ventana y dejarlo partir. Un gorrión no se puede domesticar, ya que encerrados se mueren. Un día le abrí la ventana, lo tome entre mis manos y lo puse sobre el marco para que volara. Voló hacia un muro que daba a la calle y enseguida volvió al marco de la ventana, en esos momentos sentía muchas ganas de empujarlo hacia adentro y cerrar la ventana; es mas, cuando estaba en el muro yo rogaba para que volviera y lo hizo. Al final no me atreví a encerrarlo de nuevo, me quede mirándolo un rato hasta que salió volando, esta vez directamente hacia el cielo. Si ustedes me conocen aunque sea un poco, saben que llore; llore de alegría y también de tristeza. Pájaro herido En la mañana azul de primavera, al pie del árbol donde hacia el nido, hallé un pequeño cimarrón herido por el golpe brutal de una “gomera”. Lo tomé entre mis manos. Solo era un manojo de plumas desvaído un ojo turbio de dolor transido y un pico abierto de ansiedad postrera. Lo contemplé angustiado... Hace un momento, nido, vuelo, canción, luz, sentimiento: Vida plena y Feliz tronchada en vano... Y en ese pajarillo moribundo vi todas las tragedias que en el mundo pueden herir a cada ser humano. Juan Burghi Salu2
SUPERMARIO Beatriz (La polución) Dijo el tío Rolando que esta ciudad se está poniendo imbancable de tanta polución que tiene. Yo no dije nada para no quedar como burra pero de toda la frase sólo entendí la palabra ciudad. Después fui al diccionario y busqué la palabra imbancable y no está. El domingo, cuando fui a visitar al abuelo le pregunté qué quería decir imbancable y él se río y me explicó con buenos modos que quería decir insoportable. Ahí sí comprendí el significado porque Graciela, o sea mi mami, me dice algunas veces, o más bien casi todos los días, por favor Beatriz por favor a veces te pones verdaderamente insoportable. Precisamente ese mismo domingo a la tarde me lo dijo, aunque esta vez repitió tres veces por favor por favor por favor Beatriz a veces te pones verdaderamente insoportable, y yo muy serena, habrás querido decir que estoy imbancable, y a ella le hizo gracia, aunque no demasiada pero me quitó la penitencia y eso fue muy importante. La otra palabra, polución, es bastante más difícil. Esa sí está en el diccionario. Dice, polución: efusión de semen. Qué será efusión y qué será semen. Busqué efusión y dice: derramamiento de un líquido. También me fijé en semen y dice: semilla, simiente, líquido que sirve para la reproducción. O sea que lo que dijo el tío Rolando quiere decir esto: esta ciudad se está poniendo insoportable de tanto derramamiento de semen. Tampoco entendí, así que la primera vez que me encontré con Rosita mi amiga, le dije mi grave problema y todo lo que decía el diccionario. Y ella: tengo la impresión de que semen es una palabra sensual, pero no sé qué quiere decir. Entonces me prometió que lo consultaría con su prima Sandra, porque es mayor y en su escuela dan clase de educación sensual. El jueves vino a verme muy misteriosa, yo la conozco bien cuando tiene un misterio se le arruga la nariz, y como en la casa estaba Graciela, esperó con muchísima paciencia que se fuera a la cocina a preparar las milanesas, para decirme, ya averigüé, semen es una cosa que tienen los hombres grandes, no los niños, y yo, entonces nosotras todavía no tenemos semen, y ella, no seas bruta, ni ahora ni nunca, semen sólo tienen los hombres cuando son viejos como mi padre o tu papi el que está preso, las niñas no tenemos semen ni siquiera cuando seamos abuelas, y yo, qué raro eh, y ella, Sandra dice que todos los niños y las niñas venimos del semen porque este liquido tiene bichitos que se llaman espermatozoides y Sandra estaba contenta porque en la clase había aprendido que espermatozoide se escribe con zeta. Cuando se fue Rosita yo me quedé pensando y me pareció que el tío Rolando quizá había querido decir que la ciudad estaba insoportable de tantos espermatozoides (con zeta) que tenía. Así que fui otra vez a lo del abuelo, porque él siempre me entiende y me ayuda aunque no exageradamente, y cuando le conté lo que había dicho tío Rolando y le pregunté si era cierto que la ciudad estaba poniéndose imbancable porque tenía muchos espermatozoides, al abuelo le vino una risa tan grande que casi se ahoga y tuve que traerle un vaso de agua y se puso bien colorado y a mí me dio miedo de que le diera un patatús y conmigo solita en una situación tan espantosa. Por suerte de a poco se fue calmando y cuando pudo hablar me dijo, entre tos y tos, que lo que tío Rolando había dicho se refería a la contaminación atmosférica. Yo me sentí más bruta todavía, pero enseguida él me explicó que la atmósfera era el aire, y como en esta ciudad hay muchas fábricas y automóviles todo ese humo ensucia el aire o sea la atmósfera y eso es la maldita polución y no el semen que dice el diccionario, y no tendríamos que respirarla pero como si no respiramos igualito nos morimos, no tenemos más remedio que respirar toda esa porquería. Yo le dije al abuelo que ahora sacaba la cuenta que mi papá tenía entonces una ventajita allá donde está preso porque en ese lugar no hay muchas fábricas y tampoco hay muchos automóviles porque los familiares de los presos políticos son pobres y no tienen automóviles. Y el abuelo dijo que sí, que yo tenía mucha razón, y que siempre había que encontrarle el lado bueno a las cosas. Entonces yo le di un beso muy grande y la barba me pinchó más que otras veces y me fui corriendo a buscar a Rosita y como en su casa estaba la mami de ella que se llama Asunción, igualito que la capital de Paraguay, esperamos las dos con mucha paciencia hasta que por fin se fue a regar las plantas y entonces yo muy misteriosa, vas a decirle de mi parte a tu prima Sandra que ella es mucho más burra que vos y que yo, porque ahora sí lo averigüé todo y nosotras no venimos del semen sino de la atmósfera. besote muy cariñoso, veg@
Muy buena Veg@.... Dios guarde la inocencia de los niños... Castillo, Camino y Viento Ya nunca te he de olvidar... en la arena me escribías. El viento lo fue borrando, y estoy más solo mirando el mar. "TONADA DEL VIEJO AMOR" - Jaime Dávalos Un viento frío con aguijones de arena apenas me dejaba avanzar. Inclinado hacia delante, una mano sobre los ojos cerrados, caminaba a tientas por la playa. Al principio, sólo íbamos en verano a nuestra casa de la costa. Me fastidió cuando comenzamos a ir en invierno, aunque luego aprendí a disfrutar de largos paseos con la sola compañía del viento, dueño del mar —que rompía en tumultuosas olas sobre la playa, contra las rocas— y de las dóciles dunas, a las que cambiaba de lugar a su capricho. Sentía el cosquilleo de la emoción al caminar a ciegas, atento a los ruidos, tratando de evitar las salpicaduras o el golpe contra alguna piedra. Al bajar de una duna muy empinada, tropecé y abrí los ojos. —¡Eh! ¿Qué haces? —¿Y esta loca? —¿Qué dices? ¡Cuida tu vocabulario, niño irrespetuoso! —Perdone usted, princesa. —Ahora comienzas mejor. ¿Cómo te llamas y qué haces aquí? A mis pies estaban los cimientos de un castillo de arena y piedras. Una niña de cabello rubio, los brazos en jarras y grandes ojos enojados, me increpaba duramente. —¿Eres sordo? ¡Habla! —Me... me llamo Miguel y... y estoy con mi madre pasando unos días en una casa sobre la playa. Tú... ¿quién eres? ¿Dónde vives? —Soy una princesa y vivo en mi castillo, en una montaña al lado del mar. En todas las habitaciones se escucha la música de las olas y las voces del viento. A mí me encanta; sin ellas no podría dormir. Un sendero lleno de hojas secas llega hasta el castillo. Me da un poco de miedo pasar por ahí, porque los pinos son muy altos y no dejan pasar la luz del sol. Esa es mi tierra; pero me gusta salir para conocer mundo. ¿Dónde vives cuando no estás de vacaciones? —En Miranda de Ebro. El año que viene ingreso al C.O.U. Seré ingeniero como mi padre. Tu papá, ¿qué es? —¡Niño tonto! Si te he dicho que soy princesa, mi padre no puede ser otra cosa que rey. ¿O qué te creías? —Pero, rey... ¿De qué país? —Cortijo de Rey. ¿A que no lo conoces? —No... nunca lo oí nombrar. ¿Dónde queda? —Allende el mar. —¿Dónde? —Allende el mar... No sé qué quiere decir "allende", pero lo leí una vez y me gustó. ¿Tienes algo en contra de esa palabra o acaso crees que es mala y no debe pronunciarse? —No... no... Es que no la entiendo. Cuéntame algo más de ti. —Como te decía, soy una princesa. Cada tanto me gusta hablar con ustedes, los chicos del pueblo. Pienso que son interesantes y algunos merecerían vivir en castillos, como yo. —Dime, ¿dónde estudias? —En mi castillo. Viene un preceptor a enseñarme. Además, tengo tres amigos: un sultán, una dama noble y un marqués. ¿Por qué te ríes? ¿No me crees? —No... no me río. ¡Perdone, su Alteza! Dos hoyuelos aparecieron en sus mejillas. Su mirada se suavizó. —Me gusta cómo eres. Pareces un príncipe, como el que sueño todas las noches. ¿No te gustaría casarte conmigo? —Tú también me gustas, pero... ¿no te parece que somos demasiado pequeños? —¡Tonterías! Las princesas nos casamos muy jóvenes, para tener muchos infantes. Ayúdame a terminar mi castillo. Disculpa, ¡nuestro castillo! Toda la tarde estuvimos construyendo. Aprendí lo que eran almenas, adarves, troneras y poternas. Un foso con agua rodeaba el castillo y un puente levadizo conducía a la entrada principal. Mientras mi nueva amiga dirigía la obra, hacía planes para nuestro futuro. —Viviremos en esta torre, con un dormitorio que tendrá dos ventanas: una que mire hacia el mar y otra desde la que podamos contemplar la salida del sol. Nos casará la luna, el viento y las estrellas serán testigos, y arrojaré al mar el ramo de novia. Tendremos muchos hijos, y el mayor será hermoso como tú. Cuando el sol comenzó a ocultarse, me di cuenta de cuánto tiempo habíamos estado conversando y construyendo. Pensé en mi madre y le comenté a la princesa que estaría intranquila por mi tardanza. Ella me contestó que también debía regresar. Me tomó de las manos, mientras me decía: —Cuando te miro, imagino cómo serás cuando te conviertas en mi esposo, el rey. Para mañana te prometo un dibujo de Miguel I. Seguiremos hablando de nuestro futuro. ¿Nos encontramos mañana a las dos en este lugar? Asentí. Mirándola a los ojos, colgué de su cuello mi cadenita con la imagen de la Virgen. Bajó la mirada y cuando la levantó nuevamente, sus ojos brillaban. —Gracias. La llevaré siempre conmigo. Seremos muy felices. Tomó un palito y escribió en la arena: Te quiero. Alcancé a ver dos lágrimas. Me besó suavemente en la boca y se alejó corriendo. Me quedé mirando cómo se empequeñecía su figura. Antes de desaparecer tras una roca, se volvió para tirarme un beso con la mano. No atiné a contestar el saludo, tan turbado me sentía. Entre el silbido del viento y el continuo retumbar de las olas, escuché el grito de un niño, los graznidos de gaviotas disputando comida y el relincho de un caballo. Volví la vista hacia el Te quiero en la arena. El viento lo había borrado. Escribí: Te amo, princesa. Entre nubes volé hasta mi casa, donde mi madre me volvió a la realidad con los regaños de su espera ansiosa. Ya acostado me dije: "es real", "sus ojos no mienten"; ansiaba conocer su castillo y el sendero bordeado de pinos. Me costó dormir. Cuando pude hacerlo, soñé con la princesa y su beso de despedida. Al día siguiente llegué al lugar de nuestra cita una hora antes de lo convenido. Me puse a construir nuevamente el castillo, que había sido derribado por las olas. A las dos abandoné torres y murallas y subí hasta la roca desde donde la princesa me había tirado el beso. Como era un lugar alto podría verla acercarse. La espera fue inútil. Cuando abandoné mi atalaya y regresé a casa, ya había anochecido. Fui directo a mi dormitorio, sin atender al reto repetido de mi madre preocupada, y me tiré vestido en la cama. ¿Qué pasó, princesa? ¿Por qué? Todos los días a las dos de la tarde, pasaba frente a lo que fue nuestro castillo, escudriñaba desde mi roca-vigía, y continuaba por la costa buscando ese país que quedaba "allende" el mar, el "Cortijo de Rey", el sendero bordeado de pinos que trepaba la montaña y el castillo entre las rocas, mientras imaginaba a la princesa que corría a mi encuentro. Ese invierno fue el más triste de mi vida. Seguí buscándola en Miranda de Ebro, con la ilusión de que ella, recordando el nombre de mi ciudad, viniese a buscarme. ¡Cuántas veces habré corrido detrás de unos cabellos rubios, una espalda familiar, unos pasos recordados, un rostro en un ómnibus, en un auto, en un tren! ¡Cuántas desilusiones en esa búsqueda continua! * El viento siguió soplando y cambiando de lugar las dunas, el mar continuó puliendo el roquedal costero, mis huesos fueron alargándose, terminé los estudios y comencé a trabajar. Un día de verano me sentía desasosegado y el recuerdo de la princesa era más fuerte que lo habitual. Me dirigí en auto a la playa y, a las dos de la tarde, contemplaba el lugar donde habíamos construido nuestro castillo. Me puse a caminar hacia el lugar por donde ella había desaparecido. Caminé hasta que el sol casi tocó el horizonte, ensimismado en mis recuerdos, avanzando sin ver, sintiendo cada vez más vívido su recuerdo. El crujido de mis pasos sobre una alfombra de hojas secas, me trajo a la realidad. El sendero serpenteaba entre las sombras de pinos muy altos que apenas dejaban pasar la luz del sol. Apuré la marcha. La pendiente se hacía más pronunciada, igual que los golpes de mi corazón. Cuando comencé a escuchar el silbido del viento y el bosque se abrió para dejar ver un castillo construido entre las rocas en la parte más alta de un cerro, ya no tuve dudas. Pasé bajo un herrumbrado portal casi cubierto por enredaderas. Alcancé a leer: Posada “El castillo de la Princesa”. ¡Por fin! Un perro salió ladrando a mi encuentro. Un hombre de cabellos blancos estaba agachado trabajando en una huerta. Se paró y, muy encorvado, vino a mi encuentro. Me abrazó y me besó en la mejilla. —Te estaba esperando, Miguel. Ven conmigo. El perro ya no ladraba, nos seguía moviendo la cola. Pasamos cerca de una caballeriza abandonada y entramos al castillo. Comencé a escuchar la música de las olas y las voces del viento. Un gato se cruzó en mi camino y se refregó contra mis piernas. Subimos largas escaleras y caminamos por corredores interminables. Llegamos a una habitación. La luz del atardecer penetraba por una ventana e iluminaba con tonos rojizos un amplio dormitorio. Un viejo oso de peluche y una muñeca rubia descansaban en la cabecera de la única cama. Sobre la pared del fondo vi mi retrato con una corona, dibujado a lápiz sobre un papel amarillento. Era como si estuviera mirándome en un espejo. Me acerqué y leí: "A Miguel I, con todo mi amor, la princesa". Conmovido, pregunté: —¿La... princesa...? —Toda esa noche estuvo dibujando y hablándome de ti. Nunca la había visto tan feliz. Al día siguiente la encontré en la playa. Intentó salvar a su perro que había caído al mar... Sólo las voces del viento y la música de las olas. —¿El sultán...? —Era el perro, su gran compañero. Se fue con ella. —¿El marqués...? —Su gato. Lo encontró abandonado y lo trajo. La adoraba. Desde la mesa de noche, la princesa me sonreía: Tengo tres amigos: un sultán, una dama noble y un marqués. ¿Por qué te ríes? ¿No me crees? —¿La dama noble...? —Por la tarde, cabalgaba. Se iba muy lejos, hasta la playa donde te conoció. Era el nombre de su yegua. La princesa que desaparece detrás de la roca, el grito de un niño, los graznidos de las gaviotas y... el relincho de un caballo. Un hombre y una mujer joven me contemplaban desde una foto descolorida. Señalé a la mujer. —¿Su esposa? —Sí. Falleció cuando nació mi hija. La princesa fue la luz; mi vida se fue con ella. Sólo estaba esperándote. El castillo frío y el anciano solo. —¿Cómo se llama el lugar? —Cortijo de Rey. Me llamo Manuel Rey. Mi abuelo fue su primer dueño. Las palabras morían lentas entre los silbidos del viento. Palabras demoradas, ¡tantos años! Esa tarde en la playa. El castillo de arena. La promesa de amor. Quise irme. Encontrarme con la princesa que me estaba esperando en el lugar de nuestra cita. Abandoné el castillo, el sendero, el viento. De regreso, fui cortando flores silvestres. Muy avanzada la noche, llegué hasta el reparo de la roca de nuestro encuentro. A la luz de la luna, comencé a construir nuestro castillo. Cerca de la madrugada me venció el sueño. En la única torre terminada, como una ofrenda a su añorado recuerdo, puse el ramillete de flores. Me dormí sobre la arena. Sueño con la princesa, pero no es una niña. Es una mujer que sale del agua envuelta en algas. Su cuerpo refleja el brillo de la luna. Se tiende a mi lado y me sonríe sin decir palabra. Acaricio su piel húmeda y fría, que se va entibiando con mis manos. Las estrellas vienen a mi encuentro. El viento comienza a soplar con fuerza, la arena de la playa tiembla, mientras olas poderosas golpean los peñascos. Poco a poco, las olas van aplacándose, el viento amaina y la paz es total. La princesa se incorpora. Sus ojos están húmedos, su boca no sonríe, pero su expresión es feliz. Se aleja internándose en el mar, mientras me tira besos como aquella princesa niña. Cuando despierto, el sol ya ha salido. Mis ropas están húmedas. La cadenita con la Virgen cuelga de mi cuello. Miro hacia el castillo: está terminado. Sobre la arena, un Te quiero que el viento respetó. El ramillete ha desaparecido. Huellas de pies desnudos van hacia el mar. Sobre el agua se hallan esparcidas las flores silvestres. Este cuento está publicado por "Libros del Quirquincho" en el libro "Tiempo de desafío".
Todos pasan y nadie aporta...Geraaaaaaa donde estassssssss dejo este para que no decaiga el post.... SED DE TI Sed de ti me acosa en las noches hambrientas. Trémula mano roja que hasta su vida se alza. Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía. Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas...... Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla. Cómo poder no amarte si he de amarte por eso. Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo. Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos. Sed de ti, guirnalda atroz y dulce. Sed de ti que en las noches me muerde como un perro. Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos. La boca tiene sed, para qué están tus besos. El alma está incendiada de estas brasas que te aman. El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo. De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed. Y en ella se aniquila como el agua en el fuego. Pablo Neruda
Será el calorcito, pero te veo con las hormonas alborotadas amiga!!!!! Me encantó ese poema, prometo poner alguno yo... Un besote TQM Boba!
Bien, acá voy yo. dedicado a los 3 de un libro que me gustó mucho. Una breve reseña..... Un besote Vegaaaaaaa one tas? PROLOGO DE EL ALQUIMISTA El Alquimista cogió un libro que alguien de la caravana había traído. El volumen no tenía tapas, pero consiguió identificar a su autor: Oscar Wilde. Mientras hojeaba sus páginas encontró una historia sobre Narciso. El Alquimista conocía la leyenda de Narciso, un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murió ahogado. En el lugar donde cayó nació una flor, a la que llamaron narciso. Pero no era así como Oscar Wilde acababa la historia. Él decía que, cuando Narciso murió, llegaron las Oréades – diosas del bosque – y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce que era, en un cántaro de lágrimas saladas. - ¿Por qué lloras? – le preguntaron las Oréades. - Lloro por Narciso – repuso el lago. - ¡Ah, no nos asombra que llores por Narciso! – prosiguieron ellas-. Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza. - ¿Pero Narciso era bello? – preguntó el lago. - ¿Quién si no tú podría saberlo? – respondieron, sorprendidas, las Oréades -. En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días. El lago permaneció en silencio unos instantes. Finalmente dijo: - Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narciso fuera bello. Lloro por Narciso porque cada vez que él se inclinaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia belleza. - ¡Qué bella historia! – dijo el Alquimista. Paulo Coelho
Hola, veg@ con el relato de SuperMario Benedetti, me hiciste reír. En especial esta frase: kar@, el relato sobre la princesa es muy bonito y algo triste. Y el poema de Neruda, sumado a tu flamante avatar, me dieron mucha sed , será el calorcito como dice Gera. Salu2
Hey Geraldine!!! Publicamos simultaneamente, ahora lo leo Gera , lo leí y me parece muuy interesante, yo hasta hace un tiempo tenia muchos prejuicios en contra de Paulo Coelho, me parecía que estaba de moda y todos sus libros no eran más que un conjunto de obviedades. Despues hace poco empece a cambiar de opinión y me parece que todo lo que nos ayude a estar mejor es valido. Eso querria decir que todos somos narcisistas, no; para mi la mejor enseñanza que se puede sacar es que la belleza de una persona, no existe si no es iluminada por la mirada de otra persona, lo bello aislado sencillamente no existe. (Las islas son farsas ) La mirada del otro nos complementa, no podemos ser hermosos para nosotros mismos, no tiene sentido Salu2